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Seguridad en Nueva Zelanda

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Una de las primeras cosas que miramos a la hora de viajar a un país es su seguridad. Dado que este punto todavía no lo había tratado en el blog veo oportuno comentarlo ahora.

Os hablo desde la perspectiva que me da haber viajado durante un mes por la isla sur (¿ya ha pasado un mes?). La mayoría de los hostels tienen sus puertas abiertas (salvo la principal a partir de las 20:00-21:00). Tocará convivir con toda clase de personas de los cuatro puntos cardinales así que cualquier afirmación será meramente subjetiva. Por lo general el llamado “mal pensamiento” se esfuma de las mentes de los viajeros. Eso de ver aparatos electrónicos, mochilas o portátiles encima de la cama es normal y a nadie se le ocurre tomarlos de prestado. Con esto no estoy diciendo que dejemos las cosas de valor a la vista pero os puedo asegurar que lo normal es encontrar nuestras pertenencias a la vuelta de alguna excursión. En nuestra península funcionamos al revés, lo normal sería que nos desapareciera todo lo que hubiéramos dejado a la vista.

Lo mismo sucede con las bicicletas. Aquí se le tiene mucho aprecio a este medio de transporte (sus habitantes suelen usar bicis de un precio aproximado de 1.000 euros) y es fácil verlas apoyadas en una valla sin temer por la desaparición de alguno de sus componentes. Incluso en los backpackers cuando alquilas o te dejan una vendrán sin candado.

El cielo oscurece y cae la noche. ¿Es peligroso andar por sus calles? La ciudad más grande en la que he pasado varios días ha sido Christchurch y puedo dar una rotunda respuesta: en absoluto. Me he recorrido muchas calles, en ciudades grandes o en pueblos cuasi abandonados. Todavía no he encontrado ningún barrio o calle en la que el sentido arácnido me avise de que algo no anda bien. Cuando uno anda por la calle no se encuentra a la típica pandilla de “matones” que parecen querer rajarte por el mero hecho de levantar la mirada. A esas horas la ciudad o el pueblo entero duerme profundamente.

Peleas las hay, como en todos los lugares del planeta en el que se junta juventud, bares y alcohol. He oído historias de broncas en algún pub de Queenstown. Sin embargo, he podido conocer la noche bastante bien allí y no es peor que ningún sitio. Cualquier localidad turística costera de España podría ser más peligrosa que las de Nueva Zelanda.

Cuando viaje por la isla norte podré comparar y será entonces cuando pueda hacer una valoración más aproximada del conjunto del país. Como es lógico, comparar Auckland con una ciudad como Queenstown no tiene sentido pero sí que despejará dudas a más de uno. Dicho lo cual, si disponemos de tiempo y dinero suficiente para venir hasta Nueva Zelanda la violencia o nuestra seguridad será de lo poco por lo que no tendremos que preocuparnos.

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