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Rasa mareal entre Deba y Zumaia

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Lágrimas de piedra se encaraman en los balcones de la costa de Guipúzcoa, un paraíso que brilla con luz propia en el País Vasco. Es la rasa mareal entre Deba y Zumaia, un museo de Historia al aire libre con el que podemos conocer cómo la Tierra ha abandonado la niñez hasta convertirse en una persona adulta. La roca se divide en láminas que serpentean los acantilados, y sirven de un mapa geológico inigualable con el que contemplar las diferentes capas de la Tierra sin más microscopio que nuestros ojos.

La erosión del viento y el mar lleva millones de años presente en una costa que huele a salitre, a pastos verdes, rocío y lluvia. Cierro los ojos y me encuentro libre, sereno, embadurnado con una fina sonrisa que se dibuja entre mis labios. Caminar por la rasa mareal y el flysch es caminar por una pasarela prehistórica alejada del mundano ruido. Sus paredes absorben los sonidos, los acunan entre sus brazos y los dejan dormitando en los salientes donde mueren las olas.

Qué es una rasa mareal

La rasa mareal la encontramos delante de acantilados rocosos y es una plataforma pedregosa que sólo es visible cuando la marea es baja. Para formarse la rasa mareal se deben cumplir unos factores, como pueden ser la diferencia de altura entre la marea alta y la baja, unido a la disposición en capas y tipo de rocas que haya. Es, por esta razón, por lo que la rasa mareal siempre está un poco por debajo del nivel marino.

Qué son los Flysch

Los flysch son como una enciclopedia con millones de años de historia geológica al alcance de la mano. Son secuencias de estratos donde se alternan capas duras y blandas de manera vertical en forma de láminas. Las partes blandas están compuestas por calizas y areniscas, mientras que las responsables de las duras son las rocas arcillosas y las margas. La rareza de estos sedimentos reside en su disposición, ya que normalmente están de modo horizontal. ¿Y por qué están visibles los flysch? La razón la encontramos en el agua, ya que la acción continua del mar y su oleaje han dejado al descubierto estas maravillas naturales.

Los senderos de la costa se unen y se separan con Grs que tienen permiso para morar en un territorio amigo. Son nuestros compañeros de viaje, nuestros guías en esta clase de Historia que no nos podemos perder. Estudiar en la soledad de una biblioteca, bajo el parpadeo intermitente de un foco que no termina de fundirse y con tomos que escupen polvo, no invitan a despertar nuestro interés. Tocar escamas antiguas de dragón que emergen de las aguas como colmillos hambrientos, sin embargo, obran el milagro de avivar una llama de aprendizaje que es imposible de apagar. De silenciar. Sentarse en lo alto de los acantilados, además de ofrecernos panorámicas de postal, nos permite compartir mesa y conversar con sus habitantes. No nos debemos engañar por su rudo aspecto de cabello blanco y balidos roncos. Son ermitaños cuya sabiduría traspasa fronteras, a los que les gusta hablar entre dientes sobre épocas pasadas, tiempos mejores donde podíamos conversar en silencio sin sentirnos solitarios. Donde escuchar el piar de los pájaros mezclado con los empujones de las olas en la costa era un pasatiempo placentero.

La conversación se detiene únicamente con el trote del tren, una máquina que hace girar la mirada de las ovejas y en mi caso me recuerda a un imberbe Ethan Hawke en mitad de camino entre Budapest y Viena. Me transporta a un sueño, a notas garabateadas para darle forma después, a una libertad y a un viaje que describe lo que deberíamos esperar de la vida. Aunque, si os soy sincero y a modo de consejo, os diré que los sueños hay que perseguirlos pues, si nos quedamos de brazos cruzados, perderemos el tren y el verdadero amor de nuestra vida.

Dónde dormir para visitar la rasa mareal entre Deba y Zumaia

Podemos dormir en las localidades cercanas de Zumaia o en Deba. Si estamos recorriendo la costa vasca, entonces quizá es porque un buen punto para dormir es la siempre hermosa San Sebastián.

Ubicación y cómo llegar a la rasa mareal

Una excursión que se puede hacer sin necesidad de andar mucho es ir en coche hasta el parking del asador Errota Berri, que se encuentra en un desvío a la derecha en la carretera 634 que une Zumaia y Deba en Guipúzcoa.

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