Terremoto de 7.4 en Christchurch Nueva Zelanda – Dia 1
Tristeza. Mi cuerpo está siendo invadido por diversas sensaciones al mismo tiempo y hacen no controlar muy bien sus emociones. Christchurch fue el comienzo de mi viaje hace 6 meses. Es también su final aunque con un panorama bien diferente. El cruel terremoto ha partido en dos la ciudad y ahora mismo el centro histórico está en Estado de Sitio. Tanto la policía, bomberos, voluntarios y el ejército no permiten el acceso al interior del casco antiguo a no ser que expresamente algún vecino deba entrar por algún motivo de peso.
El transporte público no funciona aunque por fortuna el aeropuerto no ha tenido mayores problemas y en menos de un día volvió a estar operativo de nuevo. El inconveniente de los desastres naturales conlleva al caos y eso mismo se transforma en locura colectiva y pillaje. La red de móvil se saturó a las pocas horas del terremoto y gran parte de la ciudad estuvo sin electricidad durante varias horas. Por suerte no ha habido muchos robos y la gente ha vuelto a la normalidad. Prueba de ello es que cuando llegué a Christchurch se podían ver personas haciendo deporte como un día cualquiera (la vida sigue, no se puede parar).
El punto negativo para el turista es que hay empresas que se aprovecharán de su suerte. Al no haber autobuses urbanos las únicas compañías que operan son las super shuttle. Así que si un billete para ir del aeropuerto al centro podía costar 3-4 dólares, ahora hay que abonar 17 dólares y dar las gracias.
Tampoco me puedo quejar mucho porque al fin y al cabo también es un servicio preocupado por los turistas y se están ocupando de que cualquiera que llegue a la ciudad tenga un lugar donde acomodarse. Sin embargo, a cada desastre siempre conlleva el que empresas e individuos se intenten beneficiar por ello. Esto es así ahora y lo seguirá siendo siempre.
Muchos somos los curiosos que recorremos anonadados las calles que rodean el cerco policial, tanto turistas como locales (tod@s con cámara fotográfica en mano). Hablando con uno de ellos me comentó el miedo que uno siente al ser desvelado en mitad de la noche, siendo volteado y viendo cómo toda tu biblioteca vuela cruzando toda la casa sin destino fijo.
Pensamos que la naturaleza, sus tierras, nos pertenecen. La realidad es que estamos equivocados. Ella es quien nos controla a su antojo y el hecho de querer seguir poniendo fronteras delimitando el comienzo y final de un país no es más que un síntoma de nuestra mayor enfermedad: el sentido de propiedad. Al fin y al cabo, los humanos somos los últimos en llegar y creemos que la naturaleza es nuestra simplemente por encontrarnos en la punta de la pirámide. No juguemos a ser Dioses porque lo lamentaremos (de hecho ya lo estamos haciendo).
Dentro de todas las malas noticias hoy me levanto con un esperanzador acontecimiento, una nueva tregua de ETA. Sin embargo, los políticos en el poder pronto quieren dar la vuelta a la tortilla. Si tienen las armas, porque tienen las armas. Si declaran una tregua, porque se trata de un plan de despiste. En realidad, la gran mayoría de políticos no desean el fin del terrorismo porque su mera existencia les aporta unos valiosísimos votos.
Claro que, como pueblo, nuestro problema también reside en que no contemplamos vivir sin unas barreras que nos separen del resto del Estado. Hasta que el Mundo no acepte vivir sin estos muros que nosotros mismos construimos, lamentablemente no habrá ningún proceso cultural o pacífico que se sostenga. La única realidad posible será el odio, el actual modelo de educación al que se nos intenta adoctrinar (desde Euskal Herria y fuera de ella) con los medios de comunicación como medio ejecutor. ¿Acaso os parezco un terrorista por el mero hecho de tener mi propia lengua, el euskera?
Volviendo al tema que nos concierne hoy, recalcar la labor de todas las personas implicadas en la restauración de la normalidad. Los expertos están inspeccionando todos los edificios para determinar la peligrosidad de los mismos.
Para ello se están valiendo de sprays de diferentes colores para determinar qué construcciones son aptas y cuáles no. Al mismo tiempo, los inspectores están rastreando las casas de los vecinos para evitar cualquier tipo de problema. Si la vivienda por fuera está estructuralmente bien, una nota verde será pegada en su fachada. Al haber mucho trabajo, de momento echan un vistazo por fuera aunque no me cabe ninguna duda de que si existe alguna pequeña grieta interior más adelante lo inspeccionen.
Si su color es amarillo, la entrada al edificio será prohibida salvo algunas excepciones de emergencia y contactando previamente con las autoridades. Por último, si vemos algún signo rojo es porque no hay nada que hacer. El único siguiente paso posible será la demolición para evitar mayores riesgos.
Muchos establecimientos antiguos tienen que decir adiós y lo peor es que sus vecinos contiguos también. Una vez la estructura de un bloque ha sido destruida, y al compartir las mismas paredes o pilares base, la ola de la destrucción arrastra también a pequeños negocios que viendo la fachada parecen estar bien. Quiero dejar bien claro que las imágenes que os muestro son fuera del centro de la ciudad a la cual todavía no dejan entrar por grandes riesgos de derrumbe. No quiero imaginarme cómo estará aquello y las consecuencias finales que acarreará. Recordar que no ha habido que lamentar ninguna víctima mortal pero para much@s ciudadan@s que lo han perdido todo no creo que sea un gran consuelo.
Por supuesto la televisión local y nacional está en la zona y cómo no, hay que preparar la puesta en escena. Es curioso cómo los bomberos preparan arrancar una chimenea o una ventana pero dejando el último momento para subir un cámara con la grúa hasta el punto con el mejor ángulo. Tampoco tengo nada contra ellos, al fin y al cabo It´s show time! lamentable será después ver sus reportajes con claro acento sensacionalista pero es lo que ésta sociedad en la que vivimos demanda así que mejor no enojarme con la gran mayoría de ell@s.
En cuanto a los edificios históricos, decir que son precisamente los pacientes que tenían mayores posibilidades de ser llevados por delante. El gobierno de Nueva Zelanda ordena por ley la construcción de nuevos edificios con estándares de seguridad en caso de terremotos (gracias a ello han salvado muchas vidas, está comprobado). Claro que la historia no entiende de años y las iglesias son las peor paradas en este sentido. Por lo que parece, por fortuna para la ciudad, la catedral parece no tener grandes desperfectos (yo la he visto en pie desde una calle cortada). Aunque en menor medida, esta catedral representa Christchurch, como lo hace la Torre Eifel en París o la estatua de la libertad en Estados Unidos.
En la imagen superior podemos ver la Fachada de la Oxford terrace baptist church (iglesia baptista). Las grietas son muy profundas y entiendo que acabaran por quitar parte de ella manualmente antes de que el propio peso de la estructura la haga caer por completo. Teniendo en cuenta el peso que debe tener el gran bloque que ahora se sustenta en equilibrio sobre las columnas, me hace temer por la caída de la fachada en su totalidad. Ahora es cuando recuerdo las palabras del hombre con el que os he dicho que hablé antes: ¡Hoy no irán muchas personas a la Iglesia! los Kiwis son descendencia de ingleses y por lo que se ve su humor también.
24 horas para emprender mi vuelta a Europa, con mil y una experiencia a mis espaldas pero con una gran lágrima por la última visión que mis castaños ojos se llevarán consigo de vuelta. Así es la vida, hay decisiones en las que podemos participar activamente como personajes principales y en otras somos despreciados a meros figurantes dentro del inmenso decorado.
Actualización: Están empezando a abrir alguna calle del centro aunque todavía siguen cerrados el transporte urbano, colegios y centros públicos (como la biblioteca).
Joder, me enteré casi al poquito de pasar esto, una pasada los videos en directo de la tv.