Golden Bay isla sur de Nueva Zelanda – Parte 1
Golden Bay isla sur de Nueva Zelanda – Parte 2
Podría seguir hablándoos de las maravillas de la West Coast pero toca enseñaros Golden Bay. Eso sí, antes de seguir, me gustaría comentaros que de la parte que me quedaba por contaros os quedéis en Westport. La costa oeste acaba en Karamea, un pueblo tranquilo donde no hay mucho que ver por lo que no aconsejo los 90 km de ida y otros tantos de vuelta. Eso, siempre y cuando no queramos hacer el Heaphy track, un recorrido que debe ser muy bonito aunque duro a la vez al durar 5 días la travesía.
Como punto de partida tomaremos como referencia Collinwood, de la parte de Abel Tasman National Park tocará hablaros en otra ocasión. Si buscáis alojamiento allí os recomiendo “Somerset House”, un hostel BBH con un precio sobre la media (NZ$26) aunque con dos puntos a su favor: incluye desayuno con pan casero (un rara avis en Nueva Zelanda) y es el backpacker más limpio que he encontrado en toda la isla sur. Además de ello, Harumi (de origen japonés) nos explicará en un mapa detalladamente todos los puntos de interés.
Encontrar el hostel es otro cantar. No está señalizado en un principio y deberemos girar a la derecha cuando la carretera principal del pueblo se tuerce a la izquierda. Empezaremos una cuesta y allí es cuando veremos la señalización.
A la salida de Collinwood tomaremos el camino de la costa dirección norte hacia Farewell Spit. Aquí hay un lugar que no podemos pasar por alto. A la salida de la localidad de Puponga deberemos girar a la derecha en vez de seguir rectos. En 5 minutos estaremos en Paddlecrab Café que a su vez es un centro de información. Esta parada es interesante porque podremos pedir unos prismáticos para observar mejor Farewell Spit y por otra parte si subimos una pequeña colina tendremos una panorámica de 360 grados de Golden Bay (la imagen superior está tomada en esta ubicación).
Toca acercarnos a la que dicen es una de las playas más bonitas de toda la isla sur (si no la mejor según mi opinión), Wharariki beach. De por sí el camino merece la pena aunque sea de gravilla a partir de Puponga. Una vez estacionado el coche en el parking tendremos 20 minutos andando aproximadamente con unas vistas inmejorables.
Para aprovechar la visita, tendremos que informarnos de antemano sobre el horario de la marea baja y así poder pasear por su grandioso arenal. Yo, vago de mí, preferí reservar mis pies para más adelante decantándome por volar sobre la costa cual Ramón Sampedro en Mar adentro. Esto es lo que pasa por tener la ventana con vistas al mar y no cerrarla antes de que la imaginación juegue malas pasadas.
Tuve noticias por primera vez de esta playa en un hostel en Westport cuando un grupo (mezcla de alemanas y americanos) estaba cocinando mejillones. Me dijeron que todos los habían cogido en las rocas de este lugar y como no les creía tuvieron que enseñarme fotos con sus trofeos. Así que si tenéis hambre y queréis marisco fresco ya sabéis.
Quizás la mejor razón para acercarnos hasta aquí sea quedarnos de pie o sentados al lado de una piscina improvisada (debido al estancamiento del agua al bajar la marea). ¿El por qué?
Decenas de crías de foca tienen costumbre de venir a jugar aquí sin la mirada paternal ni maternal. ¿Qué significa eso? Exactamente lo mismo que sucede cuando un niño queda fuera del férreo marcaje de sus padres: hace lo que le da la gana. Tampoco lo había pensado antes (ya se sabe, siempre es fácil pensar a posteriori) pero os propondría llevar una pequeña pelota a ver qué hacen con ella. No tienen miedo a los humanos e incluso se acercan a olisquearnos las manos así que estoy seguro que aparte de saltar, zambullirse y pelearse también se divertirán con un balón.
El jefe de la tribu de los simios observa acongojado a su amante, cautiva en la isla norte, tumbado apoyado sobre sus brazos. Al igual que ella, él siente el frío abrazo del acero en sus tobillos, incapaces de tomar decisiones por sí mismos.
No hay mayor tristeza en esta vida que querer a alguien cuyos sentimientos son recíprocos en un amor imposible por unas circunstancias adversas. Sentirse tan cerca de alguien y a la vez tan lejos.
Para todas aquellas personas que se sientan identificadas, que al igual que nuestro personaje el único (y gélido) contacto con su amada es un río de lágrimas, recordad que con el tiempo arena habrá donde antes había mar. Llegará el día en el que la erosión limará vuestros grilletes y seréis libres de caminar de nuevo.
Probablemente en otra dirección. ¿Acaso importa a estas alturas?
En Cómo ser un kiwi | Isla Sur de Nueva Zelanda
sin palabras
Cosas y lugares que deberíamos ver en nuestra vida.
Guapo lugar.
Saludos
En efecto, y si además lo acompañáramos con una deliciosa cena compuesta por mejillones (gigantes y además cogidos de la propia playa) y vino blanco, el resultado sería exquisito.
Hay tantos lugares que desconocemos en el mundo, que no somos capaces de ver lo afortunados que somos cuando encontramos uno especial.
¡Un saludo!