Furgoneta Dragon Ball – Nueva Zelanda también es friki
Por Roberto, mi querido amigo japonés, distinguido ex-compañero de piso, se volvió de vacaciones a Tokio con un amplio abanico de miniaturas de Dragon Ball. Como bien analizaba uno de nuestros amigos comunes, él se encuentra en la capital de la tecnología, mientras que yo en el último reducto de la naturaleza.
Desde luego Nueva Zelanda no se puede comparar con Japón de ninguna de las maneras. Aquí no tenemos sus gadgets, sus rascacielos y mucho menos su UsainBoltiana conexión a Internet. Tampoco tenemos muchos frikis aunque siempre es gratificante ver por la calle algo que nos recuerde nuestra niñez (y adolescencia).
Quien sea navarro y comparta mi quinta sabrá perfectamente de lo que estoy hablando. Por aquel entonces, las únicas cadenas de televisión eran Tve1 y Tve2 que compartían programación con las autonómicas, en este caso Euskal Telebista. Las privadas todavía no habían aterrizado en la parrilla televisiva y no había muchas opciones para ver dibujos animados. ¿Qué pasó? sucedió que Dragoi Bola se convirtió en nuestra biblia, tanto para los que entendíamos su lengua, el euskera, como para los que disfrutaban de sus historias pese a no entender lo qué decían.
No importaba que repusieran una y otra vez la serie, teniendo que volver a ver las andanzas de Goku y Krilin desde sus inicios por enésima ocasión. Tampoco nos preocupábamos si al día siguiente había examen, Dragoi bola era lo primero. Incluso, las pocas veces en las que nos llevaban de campamento o semana blanca, nuestro único motivo para llamar a los padres era para recordarles que grabaran la serie. Lo recuerdo como si fuera ayer, a las 21:00 de la noche, de lunes a viernes, éramos los amos y señores del mando.
Sin embargo, nuestra vida cambiaba radicalmente por culpa del por aquel entonces llamado Taugres de Vitoria. Gracias a él, creo que muchos niños cogimos «paquete» a este equipo de baloncesto (o los más extremistas, al deporte en sí) cuyo único pecado era participar en la Euroliga. Después de haber vuelto de las clases extraescolares, después de haber hecho los deberes y haber cenado en un abrir y cerrar de ojos…¡no sabéis el odio que se podía llegar a sentir!
Como nuestra vida no tiene sentido sin nuestra infancia, que sirva este post de homenaje a LA SERIE por excelencia que tantas horas nos ha hecho disfrutar; tanto con sus dibujos, cromos, tazos, como con los largos coloquios en el ikastetxe en el que discutíamos con los compañeros de clase para conocer quién tenía más «unidades».
Mil gracias.
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p.d: La furgoneta en cuestión es de alquiler, de la empresa Wicked campers, una de tantas compañías que existen en Nueva Zelanda para alquilar.
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