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Bealey Spur hut track – Arthur´s Pass National Park

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Vuelta al monte con las cabras, sin pastor que nos guie con los últimos rayos del sol haciendo de escudo. Un último esfuerzo chicos, tan sólo necesito medio día de ventaja respecto a las nubes negras en la carrera del conocimiento.

El mapa de la derecha no es del todo verídico (tampoco tiene nada que ver el motel que mencionan) pero me sirve para que veáis los diferentes recorridos del camino. Si os fijáis están marcados el Bridal Veil walk track, el devils punchbowl falls track y también del que toca hablaros hoy: Bealey spur hut track.

Toca ponerse el mono de trabajo y mentalizarse de que el día de hoy tocará ir cuesta arriba durante todo el tiempo. Duración estimada (siempre hablando según nos indican las señales, en la práctica toca restar): 4 horas la ida y vuelta si vamos hasta el refugio, 5 horas si alcanzamos la cima del monte y X horas si queremos continuar por la cordillera.

El inicio del recorrido, el tramo que vamos entre el bosque, es el más pino hasta llegar al hut y tardaremos cerca de 45 minutos en salir al exterior. Si existían dudas antes de empezar sobre si merece la pena el esfuerzo se nos disiparan de golpe. Hay que darse cuenta que la carretera está al nivel del valle y aunque para llegar al parking subimos un pequeño tramo asfaltado hay que salvar mucho desnivel para llegar a la cima.

l valle enamora a primera vista y conforme avanza el día más ganas se tienen de verlo desde las alturas. Por este mismo motivo quedarse en el refugio para luego volver sería un error. Lo cierto es que el asalto a la cumbre se nos hará duro y es cuando echaremos de menos unas botas altas si no hemos sido previsores. Antes de atacar la cima el camino se vuelve fangoso siendo más recomendable caminar off-road (pisando la maleza vamos, que el suelo suele estar más duro).

Dejamos atrás el primer objetivo para así poder estar a la altura de las montañas no dejándoles que nos tosan nunca más. Allá a lo lejos se ve la diminuta casa que hará de salvavidas en caso de necesitarlo en una de las múltiples calvas de la ladera. Más abajo se insinúa el bosque encantado que anteriormente hemos cruzado.

Agudizando los sentidos sentimos el calor que desprende la madera al arder en una de las viviendas próximas al parking donde descansa nuestro coche. No lo necesitamos ahora, el sol nos brinda ese regalo gustosamente. Después, cuando deje su turno a la total oscuridad, es cuando le tocará el turno a nuestro fervor ahorrado bajo llave, quien deberá arropar nuestros fríos pies.

A nuestra izquierda nos imaginamos un inmenso tobogán vacío, que en caso de llenarlo de agua, serviría para alimentar los deseos de cualquier niñ@ (y no tan niñ@) en verano. Dejemos las cosas tal cual, no hay necesidad de enfurecer los elementos simplemente por un antojo. ¿Y si…?

No sigáis divagando, dejadlo estar.

Los picos de los Alpes son tan bellos como siniestros. Su dentadura con forma de sierra sirve de guía al valle que descansa adormilado mientras regresamos. Sin embargo, el mero hecho de imaginarnos su feroz dentellada gracias al favor del enrabietado viento y sus secuaces, damas negras sin sentimientos ni remordimientos, nos hace insignificantes ante sus múltiples variables.

Como también nos convierte en el figurante más poderoso imaginado jamás.

La nieve no es más que el primer indicio del violento tsunami que está por llegar. Si arrastra consigo sus picos, ¿qué será de nosotros? ¿Acaso veremos una luz a la que Ink está dispuesto a entregarnos para dejar de sentirse tan miserable?

Puede que busquemos ver el día de mañana. El miedo a dejar nuestra existencia a medias nos abruma. El pánico nos invade al imaginarnos en soledad bajo nuestro lecho de muerte. Deberemos preguntarnos qué decisiones nos han hecho llegar hasta ese punto sin retorno. Deberemos ser objetivos para con nuestra persona a la hora de pedir una segunda oportunidad.

Lector: – ¿Qué puedo hacer ahora entonces?

Futuro: – Abre la puerta del pasado, enfréntate a tu “yo” y en el caso de derrotarlo no dejes que el presente renuncie a estrecharte la mano. De lo contrario, nunca llegaremos a mantener esta conversación. La luz no tendrá tiempo suficiente para reflejar tu desfigurado rostro al exterior. Nunca más volverá a latir tu alma junto al compás de quien añoras.

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