Arrowtown – Recorrido en bici
Queenstown es el epicentro del deporte de riesgo en Nueva Zelanda. Existen muchas actividades a lo largo de la isla pero que las reúna todas en un mismo emplazamiento solo lo tenemos aquí. Lo fascinante del lugar son los alrededores puesto que en poco tiempo nos podemos acercar a cualquier lado.
Arrowtown, un pequeño pueblo puede ser uno de nuestros destinos. Las casas enseguida nos cubrirán con un halo acogedor, podremos ver a los jóvenes en el skate park y tendremos la oportunidad de hacer multitud de excursiones, a pie o en bicicleta. No he visto que alquilen bicis por aquí (salvo en Queenstown) así que deberíamos llegar hasta allá con las nuestras propias. En nuestro caso optamos por un recorrido de 3 horas aproximadamente, el cual bordeaba el lago Hayes. De un lado íbamos cerca del saliente por lo que había que andarse con ojo, por el otro, era un paseo entre arboledas a través de un camino preparado para la ocasión.
Tuvimos suerte y encontramos en el sol nuestro aliado. Aunque en la primera parte, al escasear las sombras junto con los repechos escarbados, hacían mella en el cuerpo. Ningún problema, siempre se buscaba algún repostaje técnico para paliarlo y aprovechar para sacar unas cuantas fotos.
Claro que lo mejor estaba por llegar. Después de un tiempo entre cuestas, frenadas y cortantes por fin llegamos a la zona de la arboleda. El cambio es drástico y el camino estrecho de tierra hace sitio a una plataforma de madera realizada por los kiwis expresamente para el camino. Es cuando la temperatura se hace más agradable bajo la sombra de los árboles, donde los rayos de sol buscan desesperadamente los recovecos que dejan los huecos entre las hojas. Habrá tiempo para más camino de tierra, no os preocupéis.
Si una hora es señalada para el montañero o deportista, esa sin duda es el de la comida. Es cuando mejor entran al buche entre risas y es la mejor manera para pararnos a contemplar el paisaje. Además Nueva Zelanda esconde todo tipo de entretenimientos y en nuestro caso fue la perdición. Como niños con zapatos nuevos se puede disfrutar de una liana colgada a lo alto de un árbol para lanzarte al lago desde una altura considerable. El agua está fresquita pero, ¡qué más da! Es increíble lo rápido que pasa el tiempo cuando uno juega y más si se hace en compañía, ya sea de buenos amigos o de británicos y franceses que se suman a la fiesta.
A partir de ahí el camino de vuelta es tranquilo, con el cuerpo cargado de adrenalina y dispuesto a seguir conociendo los alrededores. Todo va sobre ruedas pero de haber escogido este recorrido tenemos que tener muy en cuenta que a la vuelta deberemos afrontar dos mortíferas cuestas en carretera para poder llegar al pueblo de Arrowtown de nuevo. Así que por si no se cuenta no está de más inmortalizar el momento con una foto antes del último esfuerzo, esfuerzo que por cierto acaba dejando los gemelos en un estado deplorable. Claro que, entiendo que si alguien decide venir hasta Nueva Zelanda es para aprovecharlo.
Mikeltxo!!!loco!!!!que vaya bien la próxima travesía!!!